Entre tanta tristeza disfrazada de lujuria y alegría tratamos de coser las heridas abiertas causadas por el desamor. Pero aquellos sentimientos que queremos llevar a un ataúd, bajo la tierra, queriendo que todas las emociones mueran, y nunca más resuciten, están más vivas que nunca, y con el esfuerzo de cerrarlas, abrimos más con un sólo recuerdo.
Eme aquí, poniéndome una mortaja porque aquel hombre se ha llevado todo de mi, hasta mi último suspiro, y ahora estoy muerta. Estoy lista para acostarme en un sarcófago y asfixiarme completamente. Pero antes, preparo lentamente mi epitafio, escribiendo aquel poema que un día me dedicaste.
Todo es tan espeluznante. La soledad apesta y yo, tan aturdida por recordar aquellos momentos que pasamos en el peldaño de mi casa. Subyagandome lentamente entre los recuerdos de tus besos, vuelvo a desearte con desesperación.
Miro las fotos estilo vignette y lloro, toda esa jovialidad desaparece y empiezo a odiar aquel vestigio. Concluyo que estuve viva mientras estaba con tu preciosa piel, pero ahora que no te tengo, viva estoy mientras no te pienso. Te pienso, y muero lentamente de nostalgia, de tristeza y de ira.
Me acuesto, cierro los ojos, te recuerdo y muero.
miércoles, 28 de marzo de 2012
Recuerdos que matan.
Publicado por Andrea Insaurralde en 3/28/2012 07:45:00 p. m.
Subscribe to:
Enviar comentarios (Atom)
0 susurros:
Publicar un comentario