jueves, 17 de mayo de 2012

Forever Edén


Vivir.
Amar.
Odiar.
Pecar.
Morir.
Sheol.
Dios.
Gehena.
Edén.
Porque un día naci, y viví en armonía: fui niña.
Y una vez mentí: fui adolescente.
Otra vez me enamore, me hirieron y experimente el dolor y el odio: fui joven.
Me harte de mi misma y me suicide: fui un estiércol para la vida.
Entonces, fui a un lugar en donde no odiaba, ni amaba, ni recordaba, solo existía y tal vez lo sabía… pero no había razón, pensamientos, ni sentimientos. Cuando vino un dios y me castigo porque yo no era digna de que el sol y la luna me vieran llorar, por sacarme la vida, por ser una persona despreciable; me envió al infierno. Entre llamas ardía mi alma, lloraba sangre, mis extremidades se expandían por el espacio, flotaban entre sombras y demonios. Yo en silencio gritaba, pedía la salvación. Mi alma quedo marchita, y de tanto dolor me volví casi inmune a la oscuridad y a sus esclavos que me escupían y se burlaban de mí.
Ahí está, Belcebú, posando sobre mi cuerpo que se ha ido hace unos días… y ahí está mi alma, que todavía lo torturan con recuerdos que en vida me han causado profundas tristezas.
¡Oh Edén!, ¿existes? Si es así, por favor ven a rescatarme.
Me siento desgraciada en este lugar, la esperanza de que existas me abandona, el sol y la luna (en mi imaginación) se eclipsan. Amargos y humillantes recuerdos son el único alimento de mi memoria. Mi alma vagabundea de un lugar a otro, impaciente, destrozada, esperando algún milagro, el regreso de un dios que sienta piedad y me lleve a ti, Edén… solo dime que existes para seguir soportando, de manera contraria me daré por vencida y me entregare a la oscuridad por siempre.
Quiero descansar en ti Edén.
Por siempre en ti…
Edén.

lunes, 7 de mayo de 2012

Voces del más allá.


Corazón cansado, vísceras dormidas.

Cierro los ojos bajo el sol, y veo todo de color rojo. Veo sangre.
Gemidos de pasión, gemidos de dolor.
Cielo infinito, almas eternas perdidas.
Sabiduría enterrada, desamores bebiendo tequila en un bar.
Soledad compartida, sentimientos escondidos.
Lágrimas sin rumbo, pecados cometidos con gusto.
Lenguas malévolas lamiendo heridas de la vida.
Sinfonías de destrucción, el temor que causa tu mirada.
La visita a un cementerio: el recuerdo de que tengo vida.
Corazón roto, cuerpo sin vida.