miércoles, 28 de marzo de 2012

Mi ángel.

Pequeño ser que viniste sólo para ser ángel, y despertar en mi la locura de tener a un ser que nunca me abandone. Me perdí con tú ausencia en la oscuridad, pensando que me vendrías a buscar. Pero comprendí que tu lugar no se encuentra en donde hay tinieblas, sino allá, arriba donde tú puedes brillar.

Miro hacia atrás y recibo recuerdos del pasado, construyo un mar sin fin con mis lágrimas, un cielo eterno con cada suspiro, doy una puñalada a mi corazón cada vez que te llamo, cada vez que te pienso.

Mi alma ya no me escucha, y mi vientre ya no me habla. Tengo miedo, abrázame, consuélame, susúrrame, ámame desde arriba; quiero acurrucarme en tus alas, dejar de tener frío y sentir este vacío.

Hay tanto que vivir, y sólo el cielo sabe cuanto yo te amo. Te tuviste que marchar y mis días desde entonces están de luto hasta que yo te vuelva a ver, porque olvidarte jamás podré.

Recuerdos que matan.

Entre tanta tristeza disfrazada de lujuria y alegría tratamos de coser las heridas abiertas causadas por el desamor. Pero aquellos sentimientos que queremos llevar a un ataúd, bajo la tierra, queriendo que todas las emociones mueran, y nunca más resuciten, están más vivas que nunca, y con el esfuerzo de cerrarlas, abrimos más con un sólo recuerdo.

Eme aquí, poniéndome una mortaja porque aquel hombre se ha llevado todo de mi, hasta mi último suspiro, y ahora estoy muerta. Estoy lista para acostarme en un sarcófago y asfixiarme completamente. Pero antes, preparo lentamente mi epitafio, escribiendo aquel poema que un día me dedicaste.

Todo es tan espeluznante. La soledad apesta y yo, tan aturdida por recordar aquellos momentos que pasamos en el peldaño de mi casa. Subyagandome lentamente entre los recuerdos de tus besos, vuelvo a desearte con desesperación.

Miro las fotos estilo vignette y lloro, toda esa jovialidad desaparece y empiezo a odiar aquel vestigio. Concluyo que estuve viva mientras estaba con tu preciosa piel, pero ahora que no te tengo, viva estoy mientras no te pienso. Te pienso, y muero lentamente de nostalgia, de tristeza y de ira.

Me acuesto, cierro los ojos, te recuerdo y muero.