Si, fue aquel día en donde todo sonreía, ya sabes, tú y yo nos conocimos... ¿Recuerdas que en aquella tarde fría merendamos miradas seductivas y caricias en las manos? Sólo escuchamos a nuestros silencios, ya que las noches anteriores se llevaron las palabras, casi todas que ya no quedaba de que hablar. Ahora somos lo que el destino quiso, y seremos títeres del futuro que nos espera, juntos o separados, por siempre recordaré ese día, en donde el llanto se disfrazo de risas, y el desprecio en encanto. Basta con recordar aquel día para darme cuenta de que la vida no es miserable después de todo, basta con visitar aquel lugar para volver a ver tu cuerpo inmóvil, esperando mi llegada. Fuimos completos extraños con ganas de ser una persona. Quise que ese día fuera eterno, que las marcas quedarán en mi piel por siempre, que las sonrisas nunca se alejaran, que fuera un sueño del que no pueda despertar nunca más. Ahora, tengo la certeza de que Dios existe, es que puso una luz en mi camino, esa luz eres tú.

Acaso, ¿seré yo la viva serpiente que engaña a los inocentes?, ¿la manzana que envenena a cada ser que lo traga?, ¿el viento que sopla a tú favor?, ¿la lluvia que acaricia a tú piel?, ¿la sangre que corre por tus venas?, ¿la flor marchitada que delante de tus ojos está?, ¿la bestia disfrazada de princesa?, ¿la sombra que camina junto a ti?, ¿algún angel del cielo o infierno?, ¿el humo que tragas al fumar aquel cigarrillo?, ¿seré yo la dichosa luna?. ¿Quién soy?, ¿la desgraciada discordia que peca sin cesar, o la paz que muchas veces ausente está?

Esclava de la libertad,
princesa de la oscuridad.
Ojos verdes ahogados en lágrimas,
corazón frágil pero invicto.

Mente salvaje y pueril
que invoca a almas perdidas,
almas poetas en soledad.

¡Oh espíritu de la melancolía!
Que recorres por el desierto de nuestras mentes.

¡Oh espíritu de la misericordia!
Ven y sálvanos del infierno que arde debajo de nuestros pies.

Adoro aquel cuerpo tuyo, tu aliento, tu olor misterioso, el sabor a tabaco que trae consigo tu lengua, tu piel blanca tostada y suave. Quiero recorrer cada espacio de tu ser, sentir el sudor que sale de tus poros, morder cada zona erógena que conozco de tu cuerpo, acariciar cada cabello tuyo tan delicado y frágil. Vamos cariño, que quiero sentirte cerca, jadeando, excitado, quiero ver tu sonrisa y tu mirada de lobo hambriento. Quiero que gritemos de tanta pasión, una y otra vez...

Hace frío, el cielo y sus variados tonos cenizas, el viento sopla fuerte moviendo de un lado a otro el follaje y los pastizales. Me detengo y empiezo a vagar por recuerdos tristes. Cada lágrima que ha paseado por mis mejillas me han hecho una mujer sensible, y débil para un público absurdo que tal vez ni si quiera ha mirado mi teatro, pero una mujer fuerte para mi misma.
En invierno desearía que algún cuerpo me acompañe, en este invierno no quiero sentir fría mi piel ni mi alma, quiero un invierno con poesía erótica, todo escrito en un papel, todo hecho en un colchón. Más que un cuerpo, un alma poeta que me transmita emoción suficiente para deleitarme en el mundo de la literatura.