jueves, 16 de septiembre de 2010

Mirarte sin prisa

No tengas miedo,
solo miro.
No quisiera alterar
tanta armonía,
ni arruinar
esta asombrosa quietud
de tus hombros
y de tus pies vencidos.

Yo no sabría acomodar mejor
tus piernas.
Así lucen hermosas
sin que lo hayas planeado.

Y si yo te abrazara
con firmeza y ternura,
no ganaría nada,
nada mas que aumentar
tus extrañas angustias.

Podes cerrar tus ojos,
y dejar que te mire
con esta sorpresa increíble
que me invade.

Cerrá los ojos,
que aquí estoy,
para que nada se atreva
a romper este encanto.

Déjame que te contemple
tus curvas delicadas,
los poros, los colores variados
de tu piel.

Dejáme admirar 
toda la variedad de ondulaciones
de tu cuerpo bendito,
de tu boca húmeda,
tus párpados cansados, 
el movimiento inimitable
de tu nariz,
y tus pestañas
desordenadas.

No tengas miedo,
porque no necesito
adueñarme de algo,
ni imaginar locuras.
Sólo contemplaré
esta única realidad,
que no es todo lo bello
de este mágico mundo,
pero es lo que me basta
para llenar mi asombro 
y no volverme loco.

Ya ves, no hace falta
que te cuides.
Solo miro.


Esta poesía lo saque de un libro con el nombre "Cuando amar duele", del capitulo III "La pregunta de los novios:¿Por qué esperar?" de Víctor Manuel Fernández.

0 susurros:

Publicar un comentario