Al costado de la iglesia mientras ella descansaba,
sonaban las campanas que erizaban toda piel.
Mucha gente llegó tarde.
Mucha gente fingía dolor.
Sin embargo la mujer que sentada estaba afuera,
empapaba la vida con su llanto fervor.
Cantaba aquel profesor canciones tristes,
tan tristes que te abrazaban y te estrujaban el corazón.
Salía la gente vestida de negro.
Salía con su guitarra aquel profesor.
La mujer secando sus lágrimas
se levantó y partió mirando al horizonte.
miércoles, 27 de julio de 2016
Lágrimas para un muerto desconocido
Publicado por Andrea Insaurralde en 7/27/2016 06:04:00 p. m.
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